Aceptar
Hace mucho frío.
La tierra está cubierta por un gélido
manto blanco y el viento arrastra copos de nieve.
Los osos dormitan aletargados.
Las aves vuelan hacia el sur huyendo del invierno.




Nosotros, en cambio, seguimos aquí,
sumergidos en un lago volcánico,
envueltos en el cálido vapor que
despiden sus aguas ardientes.
Nos gusta rascarnos unos a otros.
Contemplar la puesta de sol.
Los humanos vienen
a vernos. Nos hacen fotos
y se van corriendo.
Luego nos sacan en
documentales sobre la
vida animal y en las
noticias de la tele.
Piensan que somos un grupo de haraganes que solo nos
dedicamos a comer y a dormir. Que no damos palo al agua.
Qué equivocados están.
Si pudieran penetrar en nuestras mentes,
descubrirían lo ocupados que estamos.


Nos pasamos el día meditando sobre el sentido de la vida.
Mientras vosotros vais de un lado a otro,
con prisas pero sin llegar nunca a tiempo, nosotros estamos resolviendo los misterios del universo.
Aunque no lo parezca,
estamos trabajando duramente.